TRABAJOS DE INVESTIGACIÓN – HISTORIA
GUIÓN COMÚN PARA
TODOS LOS TRABAJOS:
1. Resumen del tema.
2. Obra de arte.
2.1. Título, autor y fecha.
2.2. Clasificación: arquitectura, escultura o pintura.
2.3. Localización (museo, ciudad, país, etc.).
2.4. Estilo o cultura a la que pertenece
2.5. Descripción.
2.6. Otros datos de interés.
TEMAS Y OBRAS DE
ARTE:
1. Descubrimiento,
conquista y colonización de América (Unidad 7 del libro)
Obra 1-A: Chichén Itzá
Obra 1-B: Machu Picchu
2. Los reinados de Carlos
V y Felipe II (Unidad 8 del libro)
Obra 2-A: Carlos V a caballo en Mühlberg
Obra 2-B: Entierro del Señor de Orgaz
3. Crisis y decadencia del
Imperio Hispánico (Unidad 9 del libro)
Obra 3-A: Las Meninas
Obra 3-B: Apolo y Dafne
OBRAS DE ARTE:
Obra 1-A: Chichén Itzá
Obra 1-B: Machu Picchu
Obra 2-A: Carlos V a caballo en Mühlberg
Obra 2-B: Entierro del Señor de Orgaz
Obra 3-A: Las Meninas
Obra 3-B: Apolo y Dafne
TRABAJOS DE INVESTIGACIÓN – LITERATURA
GUIÓN COMÚN PARA
TODOS LOS TRABAJOS:
1. Resumen del tema.
2. Texto literario.
2.1. Título, autor y año de publicación de la obra
original.
2.2. Clasificación: texto narrativo, dramático o poético.
2.3. Tema o idea principal.
2.4. Personajes.
2.5. Resumen del argumento.
2.6. Otros datos de interés.
TEMAS Y TEXTOS:
1. La Literatura en la
Edad Media (Unidad 9 del libro)
Texto 1-A: Cantar del Mío Cid
Texto 1-B: Libro de Buen Amor
2. La Literatura en el
Prerrenacimiento (Unidad 10 del libro)
Texto 2-A: La Celestina
Texto 2-B: Romance de Abenámar
3. La Literatura en el
Renacimiento (Unidad 11 del libro)
Texto 3-A: Lazarillo de Tormes
Texto 3-B: Noche Oscura
4. La Literatura en el
Barroco (Unidad 12 del libro)
Texto 4-A: La vida es sueño
Texto 4-B: Romance “Servía en Orán al rey”
TEXTOS LITERARIOS:
Texto 1-A: CANTAR DE MÍO CID – Anónimo
FRAGMENTOS DEL SEGUNDO CANTAR: Bodas de las hijas del Cid
64 El Cid se dirige contra tierras de Valencia
Aquí se empieza el poema de Mío Cid el de Vivar.
Ya ha poblado Mío Cid aquel puerto de Alucat,
se aleja de Zaragoza y de las tierras de allá,
atrás se ha dejado Huesca y el campo de Montalbán
de cara a la mar salada ahora quiere guerrear:
por Oriente sale el sol y él hacia esa parte irá.
A Jérica gana el Cid, después Onda y Almenar,
y las tierras de Burriana conquistadas quedan ya.
71 Conquista de toda la región de Valencia
Por esas tierras de moros, apresando y conquistando,
durante el día durmiendo, por las noches a caballo,
en ganar aquellas villas pasa Mío Cid tres años.
76 El Cid deja su barba intensa. Riqueza de los del Cid
Mucha alegría cundió entre todos los cristianos
que en esa guerra acompaña a Mío Cid bienhadado.
Ya le crecía la barba, mucho se le va alargando,
que había dicho Rodrigo cuando salió desterrado:
"Por amor del rey Alfonso, que de su tierra me ha
echado,
no entre en mi barba tijera, ni un pelo sea cortado
y que hablen de esta promesa todos, moros y
cristianos".
El Campeador está en Valencia descansando,
con él Minaya, que no se separa de su lado.
Sus vasallos más antiguos de riqueza están cargados.
A todos los que al salir del reino le acompañaron
el Cid casas y heredades en Valencia les ha dado.
La bondad de Mío Cid ya la van ellos probando.
Y los que después vinieron también reciben buen pago.
108 El Cid anuncia a Jimena el casamiento
Al llegar la noche todos se marcharon a sus casas,
Mío Cid Campeador en el alcázar entraba,
Doña Jimena y sus hijas allí dentro le esperaban
"¿Sois vos, Cid Campeador, que en buenhora ciñó espada?
Por muchos años os vean los ojos de nuestras caras".
"Gracias a nuestro Señor aquí estoy, mujer honrada,
conmigo traigo dos yernos que gran honra nos deparan:
agradecédmelo, hijas, porque estáis muy bien casadas".
Texto 1-B: EL LIBRO DE BUEN AMOR – Juan Ruiz, Arcipreste
de Hita
Consejos de don Amor:
Condiciones que ha de tener la mujer para ser bella (coplas
429- 435)
Si leyeres a Ovidio que por mí fue educado,
hallarás en él cuentos que yo le hube mostrado,
y muy buenas maneras para el enamorado;
Pánfilo, cual Nasón, por mí fue amaestrado.
Si quieres amar dueñas o a cualquier mujer
muchas cosas tendrás primero que aprender
para que ella te quiera en amor acoger.
Primeramente, mira qué mujer escoger.
Busca mujer hermosa, atractiva y lozana,
que no sea muy alta pero tampoco enana;
si pudieras, no
quieras amar mujer villana,
pues de amor nada sabe, palurda y chabacana.
Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña,
cabellos amarillo no teñidos de alheña;
las cejas apartadas, largas, altas, en peña;
ancheta de caderas, ésta es talla de dueña.
Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes
y con largas
pestañas, bien claras y rientes;
las orejas pequeñas, delgadas; para mientes (fíjate)
si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes.
La nariz afilada, los dientes menudillos,
iguales y muy blancos, un poco apartadillos,
las encías bermejas, los dientes agudillos,
los labios de su boca bermejos, angostillos.
La su boca pequeña, así, de buena guisa
su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa,
conviene que la veas primero sin camisa
pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto aguisa!
Texto 2-A: LA CELESTINA – Fernando de Rojas
CELESTINA.- A la mi fe, la vejez no es sino mesón de
enfermedades, posada de pensamientos, amiga de rencillas, congoja continua,
llaga incurable, mancilla de lo pasado, pena de lo presente, cuidado triste de
lo porvenir, vecina de la muerte, choza sin rama que se llueve por cada parte,
cayado de mimbre que con poca carga se doblega.
MELIBEA.- ¿Por qué dices, madre, tanto mal de lo que todo el
mundo, con tanta eficacia, gozar o ver desea?
CELESTINA.- Desean harto mal para sí, desean harto trabajo.
Desean llegar allá porque llegando viven, y el vivir es dulce, y viviendo
envejecen. Así, que el niño desea ser mozo, y el mozo viejo, y el viejo más,
aunque con dolor. Todo por vivir, porque, como dicen, "viva la gallina con
su pepita". Pero ¿quién te podría contar, señora, sus daños, sus
inconvenientes, sus fatigas, sus cuidados, sus enfermedades, su frío, su calor,
su descontentamiento, su rencilla, su pesadumbre; aquel arrugar de cara, aquel
mudar de cabellos su primera y fresca color, aquel poco oír, aquel debilitado
ver, puestos los ojos a la sombra, aquel hundimiento de boca, aquel caer de
dientes, aquel carecer de fuerza, aquel flaco andar, aquel espacioso comer?
Pues ¡ay, señora!, si lo dicho viene acompañado de pobreza, allí verás callar
todos los otros trabajos cuando sobra la gana y falta la provisión, que jamás
sentí peor ahíto que de hambre.
En Dios y en mi alma [Calisto] no tiene hiel; gracias dos
mil; en franqueza, Alexandre; en esfuerzo, Héctor; gesto de un rey, gracioso,
alegre, jamás reina en él tristeza. De noble sangre, como sabes. Gran justador;
pues verlo armado: un San Jorge. Fuerza y esfuerzo, no tuvo Hércules tanta. La
presencia y facciones, disposición, desenvoltura, otra lengua había menester para
las contar. Todo junto semeja ángel del cielo. Ahora, señora, tiénele derribado
una sola muela que jamás cesa de quejar.
MELIBEA.- ¿Y qué tiempo ha?
CELESTINA.- Podrá ser, señora, de veintitrés años; que aquí
está Celestina que lo vio nacer.
MELIBEA.- Ni te pregunto eso, ni tengo necesidad de saber su
edad; sino qué tanto ha que tiene el mal.
CELESTINA.- Señora, ocho días. Que parece que ha un año en
su flaqueza.
MELIBEA.- ¡Oh, cuánto me pesa con la falta de mi paciencia!
Porque siendo él ignorante y tú inocente, habéis padecido las alteraciones de
mi airada lengua. En pago de tu sufrimiento, quiero cumplir tu demanda y darte
luego mi cordón. Y porque para escribir la oración no habrá tiempo sin que
venga mi madre, si esto no bastare, ven mañana por ella muy secretamente.
Texto 2-B: ROMANCE DE ABENÁMAR – Anónimo
—¡Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había!
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida,
moro que en tal signo nace
no debe decir mentira.
Allí respondiera el moro,
bien oiréis lo que diría:
—Yo te lo diré, señor,
aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro
y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho
mi madre me lo decía
que mentira no dijese,
que era grande villanía:
por tanto, pregunta, rey,
que la verdad te diría.
—Yo te agradezco, Abenámar,
aquesa tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos? ¡Altos son y relucían!
—El Alhambra era, señor,
y la otra la mezquita,
los otros los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba
cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra,
otras tantas se perdía.
El otro es Generalife,
huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas,
castillo de gran valía.
Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
—Si tú quisieses, Granada,
contigo me casaría;
daréte en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla.
—Casada soy, rey don Juan,
casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería.
Texto 3-A: LAZARILLO DE TORMES – Anónimo
En este tiempo vino a posar al mesón un ciego, el cual,
pareciéndole que yo sería para adestralle, me pidió a mi madre, y ella me
encomendó a él, diciéndole cómo era hijo de un buen hombre, el cual, por
ensalzar la fe, había muerto en la de los Gelves, y que ella confiaba en Dios
no saldría peor hombre que mi padre, y que le rogaba me tratase bien y mirase
por mí, pues era huérfano. Él respondió que así lo haría y que me recibía, no
por mozo, sino por hijo. Y así le comencé a servir y adestrar a mi nuevo y
viejo amo.
Como estuvimos en Salamanca algunos días, pareciéndole a mi
amo que no era la ganancia a su contento, determinó irse de allí; y cuando nos
hubimos de partir, yo fui a ver a mi madre, y, ambos llorando, me dio su
bendición y dijo:
-Hijo, ya sé que no te veré más. Procura de ser bueno, y
Dios te guíe. Criado te he y con buen amo te he puesto; válete por ti.
Y así me fui para mi amo, que esperándome estaba.
Salimos de Salamanca, y, llegando a la puente, está a la
entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego
mandóme que llegase cerca del animal, y, allí puesto, me dijo:
-Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro
de él.
Yo simplemente llegué, creyendo ser así. Y como sintió que
tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y diome una gran
calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la
cornada, y díjome:
-Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber
más que el diablo.
Y rió mucho la burla.
Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en
que, como niño, dormido estaba. Dije entre mí: «Verdad dice éste, que me cumple
avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me sepa valer».
Texto 3-B: NOCHE OSCURA DEL ALMA – San Juan de la Cruz
1. En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
2. A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
3. En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
4. Aquésta me guiaba
más cierto que la luz de mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
más cierto que la luz de mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
5. ¡Oh noche que guiaste!
¡oh noche amable más que el alborada!
¡oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
¡oh noche amable más que el alborada!
¡oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
6. En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
7. El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
8. Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
Texto 4-A: LA VIDA ES SUEÑO – Pedro Calderón de la Barca
En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón,
negar a los hombres sabe
privilegio tan suave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Texto 4-B: ROMANCE “SERVÍA EN ORÁN AL REY” – Luis de
Góngora y Argote
Servía en Orán al rey
un español con dos lanzas,
y con el alma y la vida
a una gallarda africana,
Espuelas de
honor le pican
y freno de amor le para:
no salir es cobardía,
ingratitud es dejalla.
Viendo el
español brioso
cuánto le detiene y habla,
le dice así: «Mi señora,
tan dulce como enojada,
tan noble como hermosa,
tan amante como amada,
con quien estaba una noche,
cuando tocaron al arma.
Del cuello
pendiente ella,
viéndole tomar la espada,
con lágrimas y suspiros
le dice aquestas palabras:
porque con
honra y amor
yo me quede, cumpla y vaya,
vaya a los moros el cuerpo,
y quede con vos el alma.
Trescientos cenetes eran
de este rebato la causa,
que los rayos de la luna
descubrieron sus adargas;
«Salid al
campo, señor,
bañen mis ojos la cama;
que ella me será también,
sin vos, campo de batalla.
No lloréis,
ojos hermosos,
que aquesas lágrimas manchan
mis honrados pensamientos
y quitan mis esperanzas.
las adargas avisaron
a las mudas atalayas,
las atalayas los fuegos,
los fuegos a las campanas;
Vestíos y
salid apriesa,
que el general os aguarda:
yo os hago a vos mucha sobra
y vos a él mucha falta.
Vuestra
gracia sola pido,
que me será sola gracia,
en las batallas escudo
y en las victorias guirnaldas.
y ellas al enamorado,
que en los brazos de su dama
oyó el militar estruendo
de las trompas y las cajas.
Bien podéis
salir desnudo,
pues mi llanto no os ablanda,
que tenéis de acero el pecho,
y no habéis menester armas.»
Quedaos a
Dios, mi señora,
y concededme que vaya
al rebato en vuestro nombre,
y adiós, que tocan al arma.»
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